Accept, como digo, llegaron en el momento propicio. Hasta 1982 habían publicado tres discos que no acababan de rematar el buen hacer de la formación, tres discos que contenían un heavy metal muy digno, pero al que le faltaba todavía ese algo de personalidad que convirtiera a la banda en un grupo que destacara entre la marejada de formaciones anglosajonas que, como Def Leppard, Saxon y Iron Maiden, se lo estaban llevando todo a su terreno.
A pesar de la falta de referencias para su música en un país como Alemania, o tal vez por ello, Accept absorbieron las influencias del heavy metal británico, sobre todo en cuanto a la imagen, pues en la portada inicial de Restless And Wild aparecían como si fueran una especie de Judas Priest algo más juveniles.
El parecido con los chicos de Halford se quedaba solo en la portada. La música de este disco es una de las aportaciones más sólidas al heavy metal de todos los tiempos, al metal tradicional, porque no hay que olvidarse de que estamos hablando de 1982, una época en la que las palabras metal extremo eran todavía algo por crear. No existía el thrash metal, salvo en el sótano y en el garaje de algunos grupos americanos que no empezarían a moverse hasta el año siguiente, con la publicación del primer disco de Metallica.
De este modo, Accept surgen con un trabajo que es una maquinaria de demolición puesta a velocidad match cinco, un pedazo de disco al que no le sobra una canción; una obra a la altura de los mejores discos de hard y heavy de la historia. Trabajos como Numer of the Beast o British Steel han de hacer hueco a su lado a un disco tan tremendo como es Restless and Wild.
Aquí encontramos los mejores hallazgos de la banda, desde el principio con el himno Fast as a Shark, en el que se dice que aparece por primera vez el uso de doble bombo que tan querido sería por las bandas speed y thrash poco después, hasta las voces desgarradas de Udo, el pequeño gran hombre, que ponía a la peña a cien por hora.
El disco no tiene desperdicio: los temas se suceden unos a otros sin cansancio: Restless And Wild, Neon Nights, Demon`s Night, y , sobre todo, la mejor canción del disco, un tema que, creo, es de lo más acertado de toda su carrera, la magnífica Princess Of The Dawn. Aquí Accept rizaban el rizo y ofrecían a los fans metálicos de los años ochenta lo que estos andaban buscando: buen heavy metal sin edulcorantes.
Luego, el camino de la banda se metió en sendas demasiado comerciales, vinieron tres discos que son muy recomendables: Balls to the Wall, Russian Roulette y Metal Heart; tras ello, el abandono de Udo, la grabación con un cantante americano, la separación, el reencuentro, y la extinción ¿definitiva? Parece ser que quienes los han visto en sus recientes actuaciones en España hablan de una banda en plena forma, pero mucho me temo que estos años ochenta nunca volverán.
Como decía al principio, Accept eran atípicos en el metal alemán. Ninguna de las bandas que ha surgido después en ese país ha sabido darle al heavy metal la dignidad y el buen hacer que ellos supieron llevar siempre como bandera.
Formación
- Udo Dirkschneider(Voz)
- Wolf Hoffman(Guitarra)
- Jorg Fischer(Guitarra)
- Peter Baltes(Bajo)
- Stefan Kaufmann(Batería)
No hay comentarios:
Publicar un comentario