Algunos padres no llegarán a comprender nunca la pasión de sus hijos
por las músicas extremas, pero es posible que los científicos sí: un
nuevo estudio publicado esta semana en arXiv trata de explicar a través
de la física el baile violento que se practica en algunos conciertos.
Según Jesse Silverberg y Matt Bierbaum, estudiantes de la Cornell
University (Estados Unidos), la música agresiva y el baile violento que
suele acompañarla podrían ser elementos clave para comprender
situaciones extremas como los disturbios o el pánico ante los desastres.
Silverberg y Bierbaum han estudiado durante dos años el «moshing» en
conciertos aplicando teorías del movimiento y las propiedades físicas de
los gases para entender el caótico baile de los asistentes.
El moshing, para aquéllos que nunca han ido a un concierto de Punk o de Metal , es
un tipo de baile en el que los participantes se empujan y chocan entre
ellos. Se trata de un ritual social que los antropólogos han relacionado
con naturalezas descontroladas, dinámicas y a menudo violentas.
Silverberg y Bierbaum, sin embargo, creen que este comportamiento puede
ser estudiado aplicando modelos de partículas gaseosas. Efectivamente,
cuando éstas flotan en grupo, suelen chocarse y empujarse entre ellas,
creando patrones caóticos.
«Nos interesaba descubrir cómo se comporta el ser humano en situaciones
similares», afirma Silverberg, «pero no es muy ético originar un
disturbio para investigarlo».
Física extrema
Así, los científicos vieron en los conciertos una forma de estudiar el
movimiento colectivo agitado sin causar ningún daño. El equipo analizó
horas de grabaciones de distintos conciertos, y también acudieron a
muchos. Efectivamente, Silverberg y Bierbaum reconocieron patrones
físicos en la mayoría de ellos.
Es más, distinguieron dos formas distintas de baile: el moshing como
tal, que sigue un patrón propio de los gases, y otro similar en círculo,
en el que los participantes se empujan y golpean mientras bailan
formando un círculo y que puede seguir un patrón similar a un vórtice.
Basándose en sus observaciones, el equipo creó un modelo interactivo
mediante simulaciones por ordenador para describir el comportamiento.
Instinto animal
«Algunos grupos de animales se comportan de manera muy parecida, es lo
que los físicos llaman ‘comportamiento de rebaño’ o ‘comportamiento
gregario’», señala Bierbaum.
Al igual que ocurre con las bandadas de pájaros o los bancos de peces,
se pueden aplicar reglas sencillas en individuos de grupos amplios, como
los «moshers», para comprender su extraño comportamiento. Así, los
ordenadores pueden recrear un número casi infinito de acciones en
segundos. Estos modelos pueden ser útiles a la hora de diseñar espacios
que minimicen los daños o lesiones o para adaptar las respuestas a
incendios, por ejemplo.
«La conclusión es que el comportamiento en los conciertos puede ser
utilizado para construir mejores estadios y salas de conciertos», afirma
Silverberg.
James Sethna, uno de los profesores que asesoraba a los investigadores,
señala el interés de sus estudiantes por la ciencia de las músicas
extremas, «no se despertó con la intención de construir estadios.
Empezamos porque queríamos saber si se podía explicar el comportamiento
humano sin emplear métodos muy complicados».
Silverberg, aficionado a la música, cree saber qué grupo produce los
mejores resultados: «Killswitch Engage vuelve locas a las masas. Aunque
es cuestión de gustos».
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